Una encuesta realizada por la Kedge Business School de Burdeos entre consumidores de vino de Francia y de la zona francófona de Bélgica analiza la incidencia del sexismo en las preferencias de los consumidores a la hora de identificar el género del enólogo o enóloga responsable de la elaboración de un vino. Esta investigación contribuye, junto con otras iniciativas de los últimos años, ha cuantificar el nivel de sexismo en el mundo del vino, en el que el dominio masculino es incuestionable, aunque la presencia de enólogas se ha incrementado sustancialmente.
Una de las conclusiones del estudio es que no ha encontrado diferencias estadísticas en las preferencias de los consumidores entre dos vinos iguales, uno con el nombre (masculino) del enólogo en la etiqueta y el otro con el nombre (femenino) de la enóloga. Sin embargo, sí hay diferencias a favor de vinos con el nombre del enólogo/a en la etiqueta y el mismo vino firmado por un “grupo de elaboradoras independientes”. Lo que conduce, según el estudio, a valorar que el consumidor prima los vinos “de autor”, con el nombre concreto del enólogo o enóloga como sinónimo de producto artesanal, y no tanto el hecho de ser elaborado por un grupo innominado de elaboradoras, aunque sean reconocibles como artesanales. Esa preferencia es especialmente acentuada en consumidores masculinos.
Este trabajo, en su conjunto, muestra un mercado más sensible a conocer la autoría del vino que el género de quién lo ha elaborado. Un mercado mucho menos sexista que el propio sector elaborador, muy masculinizado, que presenta un gran margen de mejora.
En vista de los resultados del estudio, cabe preguntarse cuándo aparecerá destacado en la etiqueta y de forma habitual el nombre de quién ha elaborado el vino, si los consumidores lo prefieren y lo agradecen.