La coyuntura económica en la que nos encontramos hoy día puede hacer pensar a los jóvenes emprendedores que ante nosotros no tenemos el mejor escenario posible para sacar adelante nuestros proyectos, pero nada más lejos de la realidad. La mala situación económica ha hecho desaparecer multitud de negocios, la mayoría, directa o indirectamente ligados al mundo del ladrillo, lo que ha propiciado que se haya allanado el camino para otro tipo de empresas de otros sectores menos tradicionales, y un claro ejemplo lo encontramos en el enoturismo.

El enoturismo está en auge en nuestro país. Los empresarios del mundo del vino por un lado, y los del turismo por otro, se están dando cuenta del enorme potencial que el sector puede tener en las regiones vitivinícolas. Aún nos encontramos un paso por detrás de países como Francia o Italia, quizás encorsetados por esa mentalidad castellana que nos impide ver más allá de los muros del jardín de nuestro propio negocio. Hasta ahora, bodegas y agentes turísticos, han ido haciendo camino de forma paralela, en la misma dirección pero de una manera un tanto distante.

 

Aprovechar el contexto

Museo del vino
(Foto: Ribiértete)

Las bodegas, empresas familiares por lo general, a excepción de algunos grandes grupos empresariales que debido a la crisis de la construcción están aterrizando de manera forzosa en el mundo del vino, veían con cierta desconfianza a los agentes turísticos. Sabían que necesitaban de ellos pero no acababan de ir completamente de la mano. Por otra parte, los touroperadores, muchas veces terminaban desistiendo de intentar convencer a los bodegueros de los beneficios desde el punto de vista de ventas y creación de marca que podía reportarles el enoturismo. Este aspecto se incrementaba de manera proporcional cuanto más pequeña y familiar era la bodega, que por otra parte, en la mayoría de las ocasiones, son las que mayor potencial experiencial suelen tener para el enoturista.

Así ha sido hasta el momento, pero parece que poco a poco se van uniendo sinergias, y el diálogo está llevando al acercamiento de las partes, reflejándose en un mayor espectro de ofertas enoturísticas, que en última instancia repercute en el consumidor final, que dispone de una amplia gama de posibilidades a precios más económicos.

 

Cómo encaminar una ilusión

Una muestra de toda esta situación puede ser mi propia experiencia personal. No es que sea un ejemplo a seguir ni mucho menos, pero considero que mi caso es un reflejo de como se encuentra el panorama en estos momentos, y por otra parte, puede servir como acicate para que jóvenes con inquietudes, den un paso al frente y se animen a tratar de sacar adelante sus propios proyectos.

En verano de 2004, en mi Aranda de Duero natal, cuna de la Ribera del Duero, me encontraba a los 18 añitos ante la primera gran decisión de mi vida, hacia dónde encaminar mis estudios. Sin estar cien por cien segura, me decidí por ir a Segovia a estudiar Turismo. Tras los tres años más divertidos de mi vida y un breve período en Dublín para perfeccionar el idioma, el amor me llevó hasta Toledo, donde por primera vez, tomaría contacto profesional de manera directa con el mundo del turismo como recepcionista de hotel.

De vuelta a la Ribera del Duero, y tras varias experiencias profesionales en diferentes hoteles, decidí matricularme en el Máster en Cultura del vino: Enoturismo en la cuenca del Duero, y este fue el punto de inflexión. Empecé a conocer el maravilloso mundo del vino que hasta entonces desconocía, ya que aunque os parezca mentira y a pesar de haber nacido en la capital de la Ribera del Duero, hasta ese momento mi único contacto con el vino había sido con cocacola de por medio, con esos estupendos calimochos que degustaba los sábados por la noche. Me enseñaron a ver desde otro punto de vista el turismo en general, y el enoturismo en particular, muy alejado de lo que veía pasar por delante de mis ojos día tras día en la recepción del hotel. Jamás olvidaré esas clases de “vinos del mundo” los viernes por la tarde, donde catábamos vinos de todos los países, y al mismo tiempo, esas sensaciones que solo el vino puede trasmitir, nos transportaba hasta los rincones más alejados del planeta.

 

Cómo empezar un proyecto

Tras el Máster, comencé las prácticas en el Consorcio de la Ruta del Vino Ribera del Duero, donde me topé de bruces con el mundo real y comencé a percibir las carencias existentes en el campo del enoturismo en la Ribera del Duero. Estos problemas podían resumirse en uno básicamente: la falta de colaboración entre los diferentes estratos y agentes involucrados en la actividad enoturística ribereña.

Por un lado, estaban las bodegas y demás establecimiento turísticos, ellos se dedicaban a lo suyo, pensando que por el mero hecho de colocarse el apellido “enoturístico” o adherirse a la Ruta del Vino, los visitantes les iban a ir llegando como caídos del cielo. Y por otra parte, los touroperadores, en concreto en la Ribera, no existía ningún receptivo especializado exclusivamente en atraer visitantes, y los que ejercían como tal, estaban más preocupados de llenar sus autobuses para llevarlos a Benidorm que en explotar los excepcionales recursos enoturísticos de la comarca.

Brindis A. Acón
(Foto: Ribiértete)

 

Hace un año y medio, una vez finalizado el período de prácticas, tras muchas horas sin dormir consultándolo con la almohada y sin dejar de lado la tediosa monotonía diaria de la recepción del hotel por como pudieran ir las cosas, me lance al vació y cree la primera agencia de receptivo de la zona especializada, única y exclusivamente, al enoturismo. Ribera del Duero Turismo. Ribiértete.

Con toda la ilusión del mundo y al mismo tiempo, con la ingenuidad de una chica de 27 años, me puse manos a la obra. Pensaba que todo iba a ser color de rosas, pretendía desmitificar un poco todo el mundo de la enología y hacerlo más accesible al público de a pie, convirtiéndolo en algo menos técnico y mucho más “ribertido”, pretensiones entendibles teniendo en cuenta mi pasado calimochero.

 

Superar el papeleo y la burocracia

Pero no todo iba a ser tan sencillo. Dejando de lado el farragoso papeleo de los trámites burocráticos previos, las primeras desilusiones me las llevé cuando me eché a la calle. En un primer momento, algunos de los empresarios ni siquiera estaban dispuestos a perder unos minutos para reunirse conmigo para exponerles el proyecto y poder trabajar de manera conjunta, otros muchos me preguntaban que qué era eso de las comisiones por llevarles clientes a sus establecimientos,…

 

Conseguir una marca

La cosa cambió un poco tras adherirnos a la Ruta del Vino, con la etiqueta de la ruta sobre nuestras cabezas parecía que nos trataban de otra manera pero aún quedaba mucho por pelear, sobre todo porque era necesario hacer ofertas a precios reducidos. Tras días de reflexión vimos cómo la única solución para bajar costes era intentar la colaboración entre los diferentes sectores. Comenzaron unos meses de reuniones y diálogo con diversos establecimientos implicados en el enoturismo en la zona. Ya ese primer contacto no resultaba tan complicado, la contestación a la llamada inicial solía venir acompañada de algo del tipo, “ ya había oído hablar de vosotros” o “ sí que he visto por ahí y me suena eso de Ribiértete”, incluso algunos empresarios se ponían directamente en contacto con nosotros al conocer la labor que estábamos llevando a cabo. Todo ese trabajo inicial había tenido su fruto.

En la actualidad, tenemos activos varios paquetes enoturísticos muy atractivos, entre ellos algunos diseñados específicamente con motivo de próximas Edades del Hombre que se celebrarán en Aranda. Todo esto ha sido posible gracias a esa colaboración tan necesaria entre establecimientos y agentes turísticos. De cara a esta importante cita para la capital ribereña, Ribiértete se encargará de gestionar las visitas guiadas a Bodegas Abadía de Acón, dirigirá un asador para que los visitantes puedan degustar el tradicional lechazo asado en horno de leña, y dispone de dos bodegas subterráneas del siglo XIII junto a la Iglesia de Santa María, sede de la exposición, una de ellas albergará el Museo del Vino Ribera del Duero y la otra será el escenario de los talleres de cata con visita teatralizada.

Pero con Las Edades del Hombre no se acaba el mundo, hay que mirar más allá. http://www.ribiértete.com/ cuenta con la mayor base de datos de recursos enoturísticos de toda la Ribera del Duero, que de una manera fácil y sencilla permite al navegante consultar, contratar o ponerse en contacto directamente con los diferentes establecimientos colaboradores. Al ser totalmente gratuito, no paran de contactar con nosotros diferentes bodegas, restaurantes, hoteles, centros de ocio, para adherirse al directorio. Incluido algunos de esos que no querían perder unos minutos para conocernos meses antes.

En estos momentos, las dificultades iniciales parecen haber pasado a la historia, y la familia de Ribiértete no para de crecer. En el mes de mayo, de cara a Las Edades del Hombre, a los dos trabajadores con los que contamos actualmente y la chica de prácticas del Máster en Cultura del Vino de la Universidad de Burgos habrá que sumar cinco empleados a jornada completa y dos más de refuerzo para los fines de semana, y los establecimientos que gestionamos también están reforzando sus plantillas de cara a la muestra expositiva.

Resumida, esta ha sido hasta el momento mi historia como emprendedora en el mundo del enoturismo. Espero no haberles aburrido con las batallitas de la “abuela” Bea, pero me daré por satisfecha con que alguno de los que hayáis leído estas líneas, se anime a emprender y a adentrarse en el fascinante mundo del enoturismo.