Organizaciones como las Naciones Unidas promueven desde hace unos años la adopción del enfoque del ciclo de vida en los diferentes sectores económicos y por parte de individuos, empresas y gobiernos. Este enfoque, en primer lugar, nos ayuda a reconocer cómo nuestras acciones forman parte de un gran sistema de actos.1 Por ejemplo, el hecho de que un consumidor compre vino «local» o importado tiene una serie de implicaciones económicas, sociales y ambientales. Así, esta compra puede favorecer el desarrollo económico, la creación de empleo, el mantenimiento de comunidades rurales, etc., de la zona productora, así como de las actividades o sectores relacionados (maquinaria agrícola, envases, transportes…). A estos efectos económicos y sociales se le suman los de tipo ambiental. El cultivo de tierras, la fabricación de botellas o el transporte del vino son procesos que consumen recursos naturales (agua, energía, materiales) y producen emisiones al medio (a la atmósfera, a los cursos de agua o al suelo).
Adoptar una visión más amplia del producto también nos permite tomar decisiones informadas. Por ejemplo, decisiones estratégicas de desarrollo del sector vitivinícola —como podría ser el uso de botellas de vidrio reutilizables— deberían basarse en una evaluación exhaustiva de sus consecuencias económicas, sociales y ambientales. Este análisis de sostenibilidad debería incluir los diferentes procesos de la cadena de valor —como la extracción de materias primas, la fabricación del envase, la distribución del producto, el sistema de retorno y limpieza de las botellas y la gestión de los residuos, entre otros— y comparar las distintas alternativas existentes.
Si al aplicar acciones de mejora no se tiene en cuenta todo el ciclo de vida del producto, se corre el peligro de caer en dos posibles errores. El primero puede ser el de solucionar un problema para provocar otro que sea incluso más grave. Esto sucede porque no se tienen en cuenta las posibles transferencias de cargas entre diferentes etapas del ciclo de vida, áreas geográficas, momentos temporales o categorías de impacto (véase tabla 1). El segundo error a evitar, es el de invertir grandes esfuerzos en mejorar aspectos poco relevantes. Puede darse el caso de que al no haberse detectado los parámetros realmente clave que determinan el impacto del producto, se esté actuando «a ciegas». Esto puede llevar a una situación no deseada en la que se inviertan grandes sumas de dinero para obtener una mejora imperceptible a escala global. Por ejemplo, instalar nuevos y costosos equipos de recirculación del agua utilizada en las bodegas cuando el mayor consumo se produce en el riego de los jardines ornamentales.
El enfoque cuantitativo: el análisis del ciclo de vida
La aplicación del enfoque de ciclo de vida se puede realizar de una manera cualitativa o cuantitativa. Una de las formas de aplicación cuantitativas más exhaustivas es la del Análisis del Ciclo de Vida (ACV).
El ACV es una metodología cuyo objetivo es el estudio de los impactos ambientales asociados a un producto, proceso o actividad desde «la cuna hasta la tumba». El estudio incluye el ciclo completo del producto, es decir, las etapas de: extracción y procesado de materias primas; producción, transporte y distribución; uso, reutilización y mantenimiento; reciclado y disposición final.
Actualmente existen dos normas internacionales elaborados por ISO que describen la metodología del ACV (ISO 14 040 y 14 044 que sustituyen a las anteriores ISO 14 040, 14 041, 14 042 y 14 043). Esta metodología se puede resumir en cuatro grandes fases:2
1. Definición de objetivos y alcance del estudio: identificación de las razones que llevan a aplicar el análisis de ciclo de vida y establecimiento del contexto en el cual va a desarrollarse.
2. Análisis de inventario: recopilación de los datos referentes a los balances de materia y energía asociados al sistema estudiado. Deben recogerse los datos referentes a entradas (consumo de materia y energía) y salidas (residuos emitidos al aire, agua y suelo) de los diferentes procesos o subsistemas incluidos en el sistema analizado.
3. Evaluación de impacto: análisis de los resultados del inventario para identificar y caracterizar los efectos potenciales que el sistema analizado tiene sobre el medio ambiente. Esta evaluación se desarrolla en diferentes etapas, en las cuales los resultados del inventario se van reduciendo en cantidad y complejidad, haciendo más fácil su interpretación. Sin embargo, esto también lleva a una disminución de la objetividad inicial de los datos, pudiéndose llegar a un único indicador que integra todos los impactos ambientales asociados al sistema.
4. Análisis de mejoras e interpretación: evaluación de los resultados obtenidos tanto en el inventario como en la evaluación de impactos e identificación de recomendaciones dirigidas a la reducción de los impactos ambientales ocasionados por el sistema analizado.
ACV del vino de La Rioja
En el marco del proyecto LIFE- Sinergia, el Gobierno de La Rioja y la Escuela Superior de Comercio Internacional han aplicado la metodología del ACV al vino D.O.C. Rioja.3 El objetivo principal del estudio ha sido obtener una visión general de producción de vino tradicional en La Rioja con el fin de determinar los procesos de mayor repercusión ambiental y poder establecer un modelo de producción más respetuoso con el medio ambiente.
Se han analizado las etapas mostradas en la figura 1, utilizando información suministrada por distintos agricultores y bodegueros, así como bases de datos ambientales. La unidad de referencia escogida para realizar este análisis ha sido la de 1000 litros de vino de crianza D.O.C. Rioja, envasado en botellas de vidrio de 75 cL de capacidad (fig. 2).
En el estudio, también se ha incluido el análisis de dos posibles escenarios de distribución del vino. En el primero, se ha considerado que el vino es consumido en España y en el segundo que se exporta al Reino Unido. Las diferencias entre ambos escenarios se centran en el transporte del producto y en la gestión de los residuos de envase (botella, corcho y cápsula). Tal y como se puede ver en la figura 3, el impacto ambiental del escenario de exportación es superior al correspondiente al de consumo nacional.
Para asegurar la sostenibilidad del sector del vino, es fundamental aplicar soluciones integradas basadas en el enfoque de ciclo de vida. Este enfoque permite:1
– tener conciencia de que nuestras preferencias no están aisladas
– adoptar preferencias en base a información
– tomar decisiones pensando en el largo plazo- mejorar sistemas completos en lugar de partes de los mismos
Bibliografía
1 UNEP (United Nations Environment Programme), 2004. ¿Por qué adoptar un enfoque de ciclo de vida? Publicación de las Naciones Unidas.
2 Fullana, P. y Puig, R., 1997. Análisis del Ciclo de Vida. Cuadernos de Medio Ambiente. Rubes Editorial.
3 Fullana, P.; Gazulla, C. Clavijo, M.J; Puerta, M. y Tubilleja, M., 2005. Análisis del ciclo de vida del vino de crianza D.O.C. Rioja. Dirección General de Calidad Ambiental, Consejería de Turismo, Medio Ambiente y Política Territorial del Gobierno de La Rioja.