El consumidor es un ser en constante evolución y, actualmente, el vino y todo lo relacionado con su elaboración y consumo se han posicionado como uno de sus intereses más valorados. El vino es cultura y la cultura del vino se ha convertido en el eje temático del desarrollo turístico de los territorios vitivinícolas. El vino, el terruño, sus gentes y sus tradiciones han trascendido de la propia sociedad productora para transformarse en elementos de gran valor para el viajero actual. Y son dichos elementos los que, unidos a los servicios de restauración, comercio y hotelería, se han posicionado como los componentes vertebradores del turismo del vino. El enoturismo es hoy un valor en alza.
No obstante, la situación del turismo del vino en nuestro país dista de ser clara. Parece sorprendente que, en un país con el mayor viñedo del mundo, con tan alto nivel de desarrollo enológico, por un lado, y tan vanguardista en la industria del turismo, por el otro, ambas realidades sean aún tan difíciles de encajar en un propósito común. Efectivamente, frente a la floración de interesantes proyectos y de promesas de futuros desarrollos, el sector presenta notables lagunas e incertidumbres.
Se nos ocurre un abanico de preguntas para intentar despejar la situación que nos ocupa, es decir, la situación y las perspectivas de desarrollo del enoturismo en tierras peninsulares, pero la cuestión principal es si las bodegas son conscientes del potencial turístico que tienen. Aquí empieza nuestro trabajo, pues son ellas el eje principal de todo proyecto enoturístico. Y no obstante, los bodegueros están demasiado ocupados en hacer vino –¡tarea por ende totalmente loable!– para poder pensar en términos turísticos. Pero hoy este mundo se les impone: en un contexto de crisis, quizás el desarrollo de un proyecto enoturístico unido a la venta directa, sea el mayor canal de comercialización para las pequeñas bodegas. El enoturismo no es tan sólo prestigio y poesía, sino que ante todo es y debe ser negocio. Y, en este ámbito, las bodegas necesitan una puesta a punto. ¿Conocen el funcionamiento del mercado turístico? ¿Saben de qué manera articular productos turísticos? ¿Saben a quién se dirigen exactamente y cuáles son sus necesidades? ¿Saben qué deben hacer para comercializar los servicios turísticos creados? ¿Han adivinado ya que para poder desarrollar un proyecto turístico atractivo y competitivo han de colaborar con sus vecinos? Pues el enoturismo no acaba en las bodegas: necesita el territorio.
En este punto aparece la segunda cuestión: el enoturismo, aunque se fragua en la bodega, necesita salir de ella, expandirse, configurarse en un itinerario, una ruta enológica. ¿Y qué es exactamente una ruta enológica? ¿Qué elementos la componen? ¿Está preparado el territorio para articular una ruta significativa y atractiva al turista?
El enoturismo ha de ser la puerta de entrada a nuestras comarcas tradicionalmente agrícolas. El patrimonio agroalimentario ha de convertirse en una locomotora del desarrollo económico del territorio, integrador de las empresas locales (la hostelería, la restauración, el comercio especializado, las propias instalaciones del elaborador) y en un decorado inigualable: el paisaje del vino. Así pues, el enoturismo es una pieza clave para la cohesión territorial.
Pero no podemos concluir nuestra reflexión sobre el estado del enoturismo sin analizar la piedra de toque de la industria turística: la creación y comercialización de productos turísticos.
Efectivamente, el turismo es una industria que crea productos concretos que deben ser promovidos y comercializados. Y, justamente, la asignatura pendiente en el enoturismo es la creación de productos turísticos y su posterior comercialización. En un producto turístico intervienen diversos elementos, se conjugan un conjunto de servicios articulados en torno a un proyecto común. El enoturismo, en cuanto a su condición de turismo, es un producto que reúne estas condiciones, sin las cuales fracasa en el intento. Por ello en el monográfico dedicado a enoturismo (con aportaciones en noviembre y diciembre) queremos hacer hincapié en la cadena de valor de los servicios enoturísticos.
En los artículos de este Dossier plantearemos un análisis del sector desde la perspectiva de la cadena de valor del producto. Para ello, y con la coordinación de Carles Mera, ACENOLOGIA reúne a diferentes especialistas que nos mostrarán, a partir de sus experiencias personales, la situación en la que se encuentra el enoturismo en nuestro país.
En las actualizaciones de noviembre y diciembre de ACENOLOGIA.COM hablaremos de la estructuración del enoturismo a escala nacional, de la mano del presidente de ACEVIN, José Fernando Sánchez, quien nos mostrará la articulación de un clúster ecoturístico, Rutas del Vino de España. Amaia López de Heredia, gerente de la empresa AKIMU, gestora de la Ruta del Vino de la Rioja Alavesa, nos expondrá el proceso de implantación de una ruta del vino en un territorio sin tradición turística: un caso modélico en la gestión de un destino enoturístico. El monográfico incluirá también dos casos concretos de aplicación de un proyecto enoturístico en una bodega. Dos enfoques diferentes a través de la experiencia de dos bodegas de diferente volumen que han desarrollado un proyecto enoturístico de éxito. Por un lado, Louis Cañellas, director ejecutivo del Departamento de Enoturismo y eventos de Bodegas Torres, y, por otro, Adolfo Marino, de Bodega Palacio de Muruzábal. La perspectiva turística será aportada por Manuel Colmenero, a través de su experiencia como director de Ocio Vital, agencia de viajes especializada en turismo enogastronómico.
Para completar el estado de la cuestión, Lluís Tolosa, sociólogo y escritor de varios libros vinculados con la cultura vitivinícola, nos aportará el punto de vista sociológico del enoturismo. Por último, a modo de epílogo, cerraremos el monográfico en diciembre con una colaboración desde nuestra experiencia como consultoría especializada en enoturismo, Vinexus. Como ya hemos avanzado en esta presentación, el tema no se concluye sin hacer hincapié en la creación de productos enoturísticos y su posterior comercialización, ámbito en el cual el compromiso de los actores del territorio entre ellos y con las diferentes Administraciones públicas es imprescindible.
Aquí empieza nuestro viaje por tierras enoturísticas. Esperamos que sea lo más completo posible, así como de provecho para nuestros lectores. Por nuestra parte, estamos satisfechos de poder presentarles un abanico de valiosas aportaciones que presentan la situación actual del enoturismo en nuestro país. Estén atentos a las actualizaciones de noviembre y diciembre… les esperamos en ACENOLOGIA con toda la información.