A la Unified Wine & Grape Symposium de este año 2010 (febrero, Sacramento, California) se ha celebrado un seminario en torno a High elevation/High latitude: Wine growing on the edge; en el XXI Congreso de la Asociación Catalana de Enólogos (abril, Cellers, Catalunya) se ha organizado la Jornada técnica centrada en la Viticultura de altura, de montaña y heroica; y en el III Congreso internacional de Viticultura de montaña y/o con elevada pendiente (mayo, Castiglione di Sicilia), también se han tratado temas relacionados con este tipo de viticultura.
El conocimiento sobre esta viticultura se está ampliando gracias a la contribución de gente muy experta como la que se reunió en el 1er Simposio Internacional de viticultura y elaboración del vino a altitud elevada, denominado The elevation of wine, el junio de 2007 a Lake County, California; el Dr. Greg Jones de la Southern Oregon University es un ejemplo de ello. Desde entonces, está claro que no pueden asimilarse las viñas de igual altitud pero diferente latitud. En los tres eventos mencionados se reunieron muestras de las viñas más altas del mundo.
En el congreso de la ACE también hubo una representación significativa tanto en los ponentes como en los vinos degustados: desde un enólogo de la provincia argentina de Salta, cerca de Bolivia, que es donde se encuentra la bodega más alta del mundo, a otro de la región vinícola italiana del Valle de Aosta, cerca de la frontera con Suiza y Francia, o a una degustación de un listán blanco de la Denominación de Origen Abona, de Canarias, también de las viñas europeas más altas. La viticultura de una zona de montaña de Asturias sirvió para ver el esfuerzo que hace falta para recuperar el cultivo de variedades prácticamente desconocidas en la tradición vitícola y cómo puede ser el aprovechamiento en la vitivinicultura moderna. Una degustación de un vino tinto de Cangas de Nancea (Asturias) pudo compararse con la de un mencía de la DO Ribera Sacra, con un microclima especial para el cultivo en terrazas. También en la descripción de un vino de malbec de Salta (1750 m s.n.m.) percibimos las diferencias debidas a la altitud del cultivo de la viña, entre éste y un malbec de Mendoza (1200 m s.n.m.) conocido internacionalmente. La cata de un vino blanco monovarietal de torrontés sirvió para grabar en la memoria de muchos cuáles son las algunas de las particularidades de los vinos elaborados en altura.
Los vinos de altura (producidos en altura) son frescos, con un índice de acidez elevado pero con un buen equilibrio alcohol-acidez, gran acumulación de aromas, sabores y taninos. Eso es posible debido a la mayor radiación solar durante el día, que permite un enriquecimiento correcto en azúcares y polifenoles, el efecto del frescor nocturno y la gran diferencia entre temperaturas diurnas y nocturnas que causa una lenta maduración y mantienen la acidez.
Pero no es suficiente fijarse sólo en la altura, sino que el suelo –muchas veces pedregoso y pobre en materia orgánica– y el régimen de lluvias –escaso para el cultivo de la viña– son muy importantes en el momento de considerar la adaptación del cultivo de las distintas variedades. Igualmente el manejo de la vegetación con la disposición de las hojas que eviten exposiciones intensas sobre la uva en el momento de la maduración es un factor clave, a pesar de que ello significa hablar de microclima.
Este número tratará de las experiencias más destacadas de los participantes en el último congreso de la ACE, así como otras contribuciones relacionadas con los dos congresos anteriormente mencionados.