Hace un año, en septiembre de 2009, todo parecía apuntar a que los social media y las redes sociales tendrían un papel relevante en la evolución de la crisis económica mundial y consolidarían su protagonismo tras ella (véase el editorial de agosto de 2009).
El pronóstico se está cumpliendo y una economía mundial titubeante no ha ensombrecido los medios sociales de la Red que, progresivamente, han acaparado no sólo el flujo de la información sino también una parte sustancial de la publicidad.
Acceder y significarse en las redes sociales no es una aventura colosal reservada a grandes corporaciones, sino que está al alcance de cualquier particular que tenga algo qué comunicar y quiera compartirlo, en lugar de impartirlo, como demuestran a diario millones de adolescentes en todo el mundo.
Últimamente, el mundo del vino ha sido muy sensible a la evolución de los social media. Es cierto que algunos blogs se han convertido en prescriptores líderes prescriptores líderes, al tiempo que algunas figuras clásicas, antes indiscutibles, han retirado sus foros sociales del espacio público con la excusa de la suscripción, en un intento fallido, según los especialistas, de poner verjas al campo. Sin embargo, los síntomas inequívocos de que el mundo de vino necesita una buena dosis de innovación nos la proporciona la información de Vintank y la evolución de los perfiles laborales en el sector, según describe el último informe de Winejobs.*
El resultado es que en numerosos congresos y encuentros de profesionales de la enología, algunos de los expertos emergentes en la red están oficiando de ponentes con evidente entusiasmo por parte de los asistentes. Sin embargo, este entusiasmo no acaba de concretarse en iniciativas que involucren a los enólogos. Teniendo en cuenta las dinámicas que mueven a la sociedad (es decir, a los consumidores) y los mercados, resulta imprescindible contar con blogs de fermentación y vendimias twitteadas como nuevas herramientas enológicas. Respecto a las corporaciones que lideran el mundo del vino, urge que se incorporen a la vida social digital y usen los social media como plataformas de comunicación con los profesionales del sector.
Las principales asociaciones de enólogos aún están lejos de rentabilizar el conocimiento que generan y de gestionar y alentar el talento de sus miembros (promoviendo la información y uso de las oportunidades que la red pone a su alcance para optimizar su perfil profesional y priorizar la innovación).Siguen operando en un entorno analógico que sólo permite cultivar un modelo corporativo que ya no ampara eficazmente a sus socios.
Es imprescindible que la profesión de enólogo traslade su conocimiento, su creatividad y su experiencia a los nuevos escenarios, que las organizaciones lo compartan mediante las redes sociales profesionales y difundan su valor a través de las grandes redes generalistas. Y esa revolución digital debe impulsarse desde el propio colectivo. Es el momento de tomar la iniciativa.
El enólogo que viene, sigue estando por definir, y su futuro se forjará en su capacidad para gestionar el propio conocimiento. La partida de la nueva cultura del vino ha empezado y aún está todo por ganar.
* Puede verse un resumen en: http://fermentation.typepad.com/