En el actual contexto vitícola, la calidad de la uva ha resultado el principal criterio de gestión. Por calidad, no solamente hay que entender que la uva alcance en su maduración unas determinadas propiedades, sino también una buena uniformidad de la cosecha y una óptima aplicación de los inputs para armonizar la producción con el medio ambiente.
Las parcelas que conforman una explotación vitícola, entendidas como unidad de gestión a partir de las cuales se organizan las tareas, acostumbran presentar una gran variabilidad. Esta variabilidad proviene de aspectos como la orografía del terreno, diferencias en los tipos de suelo o en el sustrato geológico, diferentes exposiciones, gradientes altitudinales, etc. El hecho que una parcela se considere una unidad de trabajo comporta la uniformización de los trabajos que se realizan en la misma. Las diferentes zonas dentro una misma parcela son tratadas por igual en lo que atañe a la aplicación de fertilizantes, riego, tratamientos fitosanitarios, poda, etc. El hecho de poder localizar estas zonas de una forma precisa nos permitirá actuar en cada una de ellas de forma diferencial, optimizando la eficacia de la gestión vitícola y la calidad y el rendimiento de la cosecha. La agricultura de precisión responde a esta necesidad de gestionar los cultivos sobre la base de la variabilidad de los terrenos, utilizando un conjunto de tecnologías que permiten desarrollar una agricultura sostenible que alcance el equilibrio entre la rentabilidad económica de explotación, la calidad de la cosecha y el respeto por el medio ambiente.

 

La fertilización razonada

Genéricamente, la práctica de la fertilización corresponde a un conjunto de técnicas agrícolas que utilizan materias fertilizantes con el fin de mantener o mejorar la nutrición vegetal y las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo. En el caso de la viticultura, la fertilización tiene otras connotaciones referentes a la calidad de la cosecha. La utilización de reiteradas prácticas de fertilización no sustentadas en criterios racionales podrían alterar el equilibrio entre la productividad y la calidad. Por otra parte, una planificación metódica de la fertilización, y calculada según criterios cuantificables y objetivos, resulta un elemento esencial para una producción de calidad. La fertilización razonada tiene en cuenta las características y necesidades de la vid y las características concretas del medio donde se ubica con el objetivo de conseguir los rendimientos más equilibrados para elaborar la máxima calidad. El hecho que la fertilización razonada esté basada en el conocimiento detallado del terreno obliga a utilizar metodologías focalizadas en el conocimiento de los suelos y de su alcance territorial.

 

Información y tecnologías utilizadas para la fertilización de precisión

Las prácticas de fertilización de precisión en la vid se basan en el conocimiento detallado del suelo y su distribución, de los factores microclimáticos, el comportamiento de la vid y el objetivo de la cosecha.

La cartografía de los suelos resulta la metodología más adecuada para conocer las propiedades de un terreno y su extensión geográfica. La aplicación de esta metodología, basada en la prospección del suelo, permite obtener una cantidad de información (mapas, analíticas, interpretaciones, etc.) que, reflejando la variabilidad de los suelos, contribuye a optimizar las operaciones de manejo y gestión de la finca. El conocimiento de la variabilidad del terreno posibilita redefinir las unidades de gestión tradicional de la vid (parcelas) a unidades adaptadas a la variabilidad intraparcelaria (subparcelas). La cartografía de suelos nos permitirá cuantificar las propiedades del suelo relacionadas con la fertilidad global (contenidos en matera orgánica, elementos nutritivos, capacidad de retención de agua, profundidad enraizable, etc.) y su distribución en unidades homogéneas delimitadas espacialmente.

Figura 1 El mapa de suelos refleja la variabilidad intraparcelaria de una finca y permite delimitar unidades homogéneas en cuanto a tipologías de suelos y su comportamiento con respecto a la vid

 

La cartografía de suelos permite obtener una información de base sobre la que organizar el sistema de gestión de la fertilidad, pero hay que considerar, también, la información referente al propio cultivo. El seguimiento de la evolución de la viña en cuanto a nutrición mineral (análisis foliares), vigorosidad de la uva, productividad y calidad de la cosecha resultan necesarios para una correcta gestión de la fertilidad.

Figura 2 Distribución de la producción en vendimia que configura el mapa de rendimiento

 

Figura 3 Fotografía aérea infrarroja, realizada a 3000 pies de altitud, necesaria para calcular índices de vegetación que sirven para cartografiar el vigor de las plantas

 

Una herramienta de gran utilidad para hacer este seguimiento es la teledetección, sobre todo el uso de imágenes de satélite o fotografía aérea infrarroja, que muestran con alta sensibilidad el estado de la vid. También es muy importante la obtención de la distribución espacial de la producción vitícola en cantidad y calidad, que puede conseguirse con la monitorización de las vendimiadoras con sensores de carga y refractómetros. Con la información obtenida mediante esta tecnología, su georreferenciación y la utilización de Sistemas de Información Geográfica (GIS) como herramienta analítica y gráfica se puede obtener la distribución espacial de las necesidades de la vid y las dosis de fertilizantes a aplicar en función de la variabilidad del terreno y del cultivo.

Figura 4 Esquema metodológico de la fertilización de precisión

 

Aplicación práctica de fertilización de precisión

El proceso de obtención de la información del medio (suelo, clima, etc.) y de la evolución de la vid culmina con la introducción de esta información en los Sistemas de Información Geográfica en una estructura de capas de información que se pueden interrelacionar para calcular las dosis finales de fertilizantes que se deberán aplicar para cada unidad de superficie homogénea (subparcelas). El resultado de este proceso es la obtención de mapas temáticos de las diferentes tipologías y dosis de fertilizantes a aplicar. Estos mapas están compuestos por subparcelas de forma relativamente irregular, resultado de la variabilidad natural de terreno. Este hecho supone una de las limitaciones más importantes de cara a la aplicación mecanizada de los fertilizantes a la finca. Los sistemas tradicionales de aplicación (abonadoras, remolques esparcidores, etc.) no permiten discriminar de una forma eficaz los límites entre las diferentes unidades (subparcelas) que hay en una parcela de vid tradicional. En este sentido, hay que adaptar los sistemas de aplicación de fertilizantes a los nuevos límites subparcelarios, ya que la unidad de gestión de la fertilización ha cambiado de la parcela a la subparcela. Al ser, normalmente, los límites de las subparcelas irregulares obliga a utilizar tecnologías que permitan reconocer de una forma precisa estos límites y los cambios de dosis de aplicación de las diferentes unidades.

Figura 5 Mapa de distribución de las dosis de fertilizantes a aplicar para cada subparcela

 

Las modificaciones tecnológicas de la maquinaria de aplicación de fertilizantes van en la línea de incorporar sistemas de localización geográfica vía satélite (GPS) en los tractores, lo que permite saber con exactitud las coordenadas geográficas del trayecto de avance del vehículo. Este GPS está acoplado a un monitor de rendimiento que relaciona las coordenadas con las dosis de fertilizantes asignadas a cada unidad o subparcela. A la vez, este monitor envía la información numérica de las dosis a aplicar a la abonadora, que dosifica los fertilizantes según las dosis establecidas ayudándose de unos sensores de carga. De esta manera se puede mecanizar de forma automática y precisa la aplicación de fertilizantes según las necesidades de cada subparcela de vid, gestionando, así, la fertilización en función de la variabilidad de la finca.

Figura 6 Abonadora conectada a un sistema de localización GPS y a un monitor de rendimiento que permiten dosificar la dosis necesaria de abono a cada punto de la parcela

 

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