La Colección de Vides de “El Encín”
Los datos que vamos a presentar se han obtenido de la Colección de Vides que desde 1998 gestiona el Instituto Madrileño de Investigación Agraria y Alimentaria (IMIA) de la Comunidad de Madrid. Dicha colección recoge los conocimientos que desde 1893 han ido transfiriendo las Colecciones de la Estación Enológica de Haro, la Escuela de Peritos Agrícolas de Villaba y la Granja Modelo de Valladolid.
La Colección de Vides de “El Encín” ocupa en la actualidad 10 ha, en las que se realizan las labores habituales de cultivo de una viña y está formada por 2726 accesiones. Por grupos, hay 848 portainjertos, 66 especies del género Vitis, 1714 variedades de Vitis vinifera (649 variedades de mesa, 735 variedades de vinificación españolas y 330 variedades vinificación extranjeras), 23 de Vitis vinifera sylvestris y 75 híbridos productores directos (H.P.D.).
Origen de las variedades de vid cultivadas
Si analizamos la bibliografía, encontramos que el número de variedades de vid cultivadas en el mundo varía entre 10 000 y 20 000. Para tratar de aclarar cuántas de estas variedades son realmente diferentes se debe llevar a cabo una completa identificación y caracterización de éstas. Para ello, se ha utilizado la metodología más adecuada, incluyendo los métodos ampelográficos, el análisis de isoenzimas en sarmientos, el análisis de microsatélites, así como las evaluaciones agronómicas y enológicas complementarias. El origen de las variedades de vid cultivadas en la actualidad se puede deber a diferentes causas:
Híbridos naturales: son las variedades más antiguas, a este grupo corresponden la mayoría de las variedades de vinificación que se cultivan en la cuenca mediterránea. En general, se desconocen sus antecedentes aunque actualmente, mediante el empleo de técnicas moleculares (microsatélites), se puede descubrir cuál es su origen, si los parentales aún se cultivan y son conocidos. En general, proceden de largos procesos de selección natural por parte de los viticultores a lo largo de cientos de años. De algunas de ellas existen referencias de su cultivo al menos desde 1513 en el caso de España. Podemos citar como ejemplos: alarije, albillo, borba, cigüente, palomino, aragonés (= tempranillo), malvasía, moscatel, torrontés, jaén, hebén, lairén…
Híbridos artificiales: realizados por un mejorador entre individuos de la misma especie, o entre distintas especies. Con hibridaciones intraespecíficas (entre variedades de Vitis vinifera L.) se han obtenido algunas de las variedades de vinificación que se cultivan fundamentalmente en el norte de Europa, como muller-thurgau, que según cierta bibliografía procede del cruce de riesling x silvaner, o garnacha tintorera (= Alicante H. bouschet), que es un cruce entre petit bouschet y garnacha tinta realizado para obtener vinos de mucho color. Además, se han obtenido un gran número de variedades de uva de mesa donde la mejora genética no se ve limitada como en las variedades de vinificación. Mediante hibridaciones interespecíficas se han obtenido la mayoría de los portainjertos que se emplearon para reconstruir el viñedo filoxerado. Los cruces realizados fueron fundamentalmente entre las especies V. riparia, V. rupestris y V. berlandieri, aunque también participaron otras especies como la V. labrusca, V. aestivalis, V. lincecumii, V. cordifolia y V. monticola; con ellas se realizaron diferentes hibridaciones hasta conseguir los caracteres que les permitían desarrollarse en las condiciones de clima y suelo europeas, manteniendo la resistencia a la filoxera. Los Híbridos Productores Directos (HPD) proceden de cruzamientos interespecíficos entre Vitis vinifera y otras especies del género Vitis. Su origen, como en los portainjertos, fue la lucha antifiloxérica, buscando además plantas que produjeran uvas de calidad, fueran resistentes a enfermedades fúngicas, en especial a mildiu y oidium, que se adaptasen a suelos y climas variados, en especial la resistencia al frío, que su producción fuera alta, y por último, que produjeran vinos tintos de mucho color.
El tercer origen de las variedades son las mutaciones somáticas que, mediante pequeñas variaciones en el genoma, dan lugar, dentro de una variedad, a nuevas formas varietales, si la manifestación morfológica o agronómica del cambio producido en el genoma se diferencia claramente del original. El ejemplo más claro a nivel de variedades españolas se produce en la garnacha, de la que tenemos cuatro formas varietales: garnacha tinta, garnacha blanca, garnacha gris y garnacha peluda. Son lo que denominamos variedades esencialmente derivadas.
Situación legal de las variedades de vid
Según la legislación vigente, únicamente se pueden cultivar aquellas variedades que se encuentran en el Registro de Variedades Comerciales de Vid de España. En este Registro se encuentran todas las variedades reconocidas como distintas entre sí, sus denominaciones y sinonimias autorizadas. En la actualidad, en dicho registro existe una Lista Definitiva y un Lista Provisional. La Lista Definitiva incluye 83 variedades, de las que 18 son de uva de mesa y el resto de vinificación, y que constituyen todas las variedades de uso común que han sido caracterizadas e identificadas. Por su parte, la Lista Provisional recoge 124 variedades de las cuales 38 son de mesa y el resto de vinificación, siendo estas variedades las que están en proceso de caracterización, porque son variedades de cultivo más local, o bien son nuevas obtenciones o variedades extranjeras que se quieren introducir en España como variedades mejorantes.
Merece la pena mencionar otras clasificaciones de variedades de vid que se utilizan con otros objetivos, principalmente en el control y autorización de plantaciones, para la producción de uva de mesa o para la de vino en las comunidades autónomas. Ésta es la Lista de Variedades Autorizadas, Recomendadas y de Conservación Vegetal. Se encuentran reguladas por el Real Decreto 1472/2000 de 4 de agosto, por el que se regula el potencial de producción vitivinícola. Serán variedades recomendadas aquéllas que produzcan vinos cuya buena calidad esté reconocida; son variedades autorizadas aquéllas de las que se obtenga un vino comercial cuya calidad no alcance a la del vino de las variedades recomendadas; y finalmente, serán variedades de conservación vegetal aquéllas que, sin ser recomendadas ni autorizadas, sea aconsejable su conservación dada su antigüedad, interés y adaptación local.
Las Denominaciones de Origen de Vinos presentan la Lista de Variedades Autorizadas y Preferentes para la elaboración de los vinos en cada una de las Denominación de Origen y que se establecen en los reglamentos de las mismas con el amparo y control de los Consejos reguladores. Actualmente, en España hay 63 Denominaciones de Origen que abarcan prácticamente todas las comunidades autónomas. Según los estudios realizados por el equipo de viticultura del IMIA, se cultivan 89 variedades de vid en las distintas Denominaciones de Origen españolas, de las cuales 76 de ellas son autóctonas, cultivadas en España desde antiguo y con una gran tradición. En algunas Denominaciones de Origen, con el ánimo de mejorar los productos locales, han introducido variedades foráneas que se han incorporado al patrimonio vitícola español. Actualmente, como variedades autorizadas, aparecen 13 variedades que proceden de otros países, fundamentalmente Francia y Alemania. Algunas como la cabernet sauvignon se ha extendido por casi todas las zonas y actualmente se aprecia cierto incremento de la variedad syrah.
La obtención de nuevas variedades
La obtención de nuevas variedades para la elaboración de vino se ve muy limitada en la vitivinicultura europea, ya que se da prioridad a la tradición frente a la innovación. Como ya hemos comentado en el apartado anterior, existen diferentes regulaciones que impiden la introducción de nuevas variedades de vinificación en las denominaciones de origen, por ello los obtentores centran sus esfuerzos en la mejora de variedades de uva de mesa.
La obtención de una nueva variedad mejorada alcanza un grado de protección mediante la inscripción de ésta en la Lista de Variedades Protegidas. Para alcanzar esta categoría debe de reunir las condiciones exigidas para su inscripción en el Registro de Variedades Comerciales y además tener el reconocimiento de ser una nueva obtención aportando el mejorador datos sobre los cruzamientos realizados, caracterización morfológica y agronómica. Si la variedad candidata cumple estas condiciones, se le adjudica el Título de Obtención Vegetal, que equivale al régimen de las patentes para los inventos industriales. A pesar de todas estas medidas de defensa, sólo se trabaja en la mejora de variedades de vinificación en países de zonas frías o tropicales y su incidencia hoy en día en el mercado es prácticamente nula.
La conservación de variedades minoritarias
Definimos como variedad minoritaria aquella variedad cuya superficie de cultivo es muy baja (por debajo de 1000 ha a escala nacional) y que se encontraba citada como variedad cultivada antes del ataque filoxérico. Para ello, según nuestro criterio, debe encontrase citaba por García de los Salmones en su ponencia del Congreso Nacional de Viticultura de 1912. Las variedades minoritarias son necesarias para diversificar nuestros vinos y darles unas características originales que los haga únicos e inolvidables.
Con la finalidad de recuperar y conservar las variedades minoritarias de España, se han realizado diferentes proyectos de investigación. Las primeras iniciativas en España fueron realizadas en 1995 por F. Martínez de Toda y J.C. Sancha, con el «Proyecto de Recuperación de variedades minoritarias en la Rioja». En los últimos años se han desarrollado dos proyectos a escala nacional financiados por el INIA: VIN00-036 C-06 «Recuperación y estudio de variedades autóctonas minoritarias de vid de previsible interés comercial» y el VIN03-002 C-06 «Evaluación vitícola y enológica de variedades autóctonas minoritarias de vid de previsible interés comercial. Difusión y extensión de dichas variedades». En estos últimos proyectos se están estudiado las siguientes variedades:
Madrid: albillo, malvar, moscatel de grano menudo y torrontés. Rioja: maturana blanca, maturana tinta, monastel, tintorera y turruntés. Galicia: caíño tinto, caíño blanco, caíño redondo, caíño gordo, caíño do freixo, tinta femia y tinto castañal. Asturias: albarín blanco y verdejotinto. Cataluña: malvasía de sitges, pansa blanca y garrut. Andalucía: tintilla de rota, palomino negro, romé tinto y doradilla. Aragón: parraleta y moristel.
Con estos proyectos y otros de financiación europea y autonómica, se han detectado un gran número de sinonimias y homonimias. En muchos casos se trata de variedades minoritarias en algunas regiones, que tienen un nombre varietal sinónimo de otras variedades de mayor importancia en otras regiones vitícolas. Este es el caso de la variedad torrontés de Madrid, que es sinónima de la variedad alarije cultivada de forma mayoritaria en Extremadura. Como ejemplo de homonimias podemos destacar el caso de la variedad malvasía, que se cultivan en diferentes regiones siendo distintas en cada una de ellas.
Las variedades minoritarias se pueden considerar en muchos casos como variedades en peligro de extinción y su recuperación e inclusión en el Registro de Variedades Comerciales de vid de España es necesario para su protección y difusión y así potenciar la extensión de su cultivo. Lo que no se puede hacer con una variedad minoritaria es conseguir el Titulo de Obtención Vegetal, luego no se puede incluir en la Lista de Variedades Protegidas, ya que en todos los casos proceden de hibridaciones naturales y en general se desconocen sus parentales.
Situación varietal en España
El patrimonio genético existente de las variedades autóctonas españolas, que han sido cultivadas durante extensos períodos, en la actualidad corre peligro de perderse. La reducción del número de variedades cultivadas de vid es un proceso creciente, incrementado por el número relativamente reducido de variedades admitidas en las distintas Denominaciones de Origen. Basta para ello contrastar estas variedades con las que citaba García de los Salmones en su ponencia del Congreso Nacional de Viticultura de 1912, observándose que muchas de las variedades allí citadas han desaparecido de las zonas de cultivo.
Con la pérdida de superficie vitícola desaparece la biodiversidad varietal, y el abandono de tierras de cultivo da lugar a suelos fácilmente erosionables. En España se han arrancado en los últimos diez años alrededor de 349 000 ha; además, la reconversión del viñedo está haciendo desaparecer las plantaciones más viejas, que es donde se conserva la mayor parte de la riqueza varietal. Existe, por tanto, un marcado peligro de extinción de variedades autóctonas que han sido cultivadas en distintas regiones vitícolas tradicionales y que en la actualidad se encuentran sólo de modo marginal y en ocasiones resulta muy difícil su localización e identificación. El único modo de conservar este patrimonio es detectarlo, estudiarlo, llevando a cabo una caracterización que permita identificarlo de modo preciso, y conservarlo en bancos de germoplasma para su futura utilización en programas de mejora o en reintroducciones con garantía de autenticidad varietal.
Para tratar de definir cuántas variedades de vid diferentes se cultivan en España, se estudiaron 709 accesiones de la Colección de Vides de “El Encín”, todas ellas son variedades de vinificación cultivadas en España. De las accesiones estudiadas, se han obtenido los siguientes resultados: 523 accesiones que pertenecen a 76 variedades de españolas que se encuentran admitidas en las Denominaciones de Origen; 43 accesiones que pertenecen a 21 variedades que se encuentran dentro del Registro de Variedades Comerciales de Vid y que no pertenecen por el momento a Denominación de Origen alguna; 84 accesiones que se engloban en 52 variedades minoritarias; 29 accesiones que han resultado ser 12 variedades que se creían de origen español y que en realidad eran extranjeras; y 30 accesiones que pertenecen a 24 variedades que, por el momento, no han podido ser incluidas en ninguno de los grupos anteriores. Como resumen, las 706 accesiones estudiadas se han reducido a 185 variedades diferentes, existiendo mayor número de sinonimias en las variedades de cultivo más generalizado, que son las que se encuentran en Denominación de Origen. En la actualidad, se siguen estudiando 26 accesiones que aún no están catalogadas.
Como conclusión, proponemos la conservación y potenciación de las variedades autóctonas, ya que la diversidad genética es suficiente para que no sea necesario introducir nuevas variedades mediante mejora genética para la elaboración de vino en la cuenca mediterránea.