La situación de la vitivinicultura en Castilla y León inició un cambio desde el principio de los años ochenta, invirtiendo una tendencia de desinterés por el cultivo que llevaba consigo un continuo arranque de viñedos. La tendencia actual es la contraria, con una actividad y un dinamismo impensables hasta hace varios años. Este cambio se ha basado en una elaboración del vino con una tecnología más adecuada y con criterios de calidad, una comercialización bien planteada, una mejora sustancial en las técnicas de cultivo y una valoración cada vez mayor del material vegetal de calidad para las plantaciones.
Al mismo tiempo se ha producido la paulatina implantación y un desarrollo incipiente de las zonas calificadas como Denominación de Origen (DO), que han ido produciendo poco a poco vinos de gran calidad y diferenciados por proceder de algunas variedades autóctonas de gran interés y personalidad. Asimismo, el crecimiento y posicionamiento de estas zonas ha servido de motor y acicate a otras zonas de la región, también con variedades muy peculiares y con un interesante potencial que debe aprovecharse en el futuro. Para que estas DO y otras zonas con mención de Vinos de la Tierra, pero con posibilidades de llegar a ser DO, puedan consolidarse y mantenerse, es necesario y urgente que el material vegetal empleado en sus plantaciones sea el idóneo y responda a las líneas que se vislumbran en cuanto a diferenciación zonal y calidad de los vinos.
Para conseguir una diferenciación de los distintos tipos de vino según sus características intrínsecas de origen en nuestra región, y una vez que durante estos últimos años se ha invertido mucho y se ha puesto a punto la tecnología adecuada para una correcta elaboración, es imprescindible la utilización de material vegetal sano y adecuado con el fin de contribuir a la mejora de la calidad del producto para su uso alimentario, en este caso en lo referente a las variedades autóctonas de la región que se utilizan para cada tipo de vino. Este material autóctono es el complemento de las particularidades que aportan el clima y el suelo para la diferenciación de vinos en las diferentes zonas.
La evolución de algunas de las principales zonas vitivinícolas de Castilla y León, que hoy gozan de gran prestigio y que tienen reconocida la calidad de sus vinos, tiene su base en sus variedades autóctonas, como tinta del país en la Ribera del Duero, verdejo en Rueda o mencía en el Bierzo. En este sentido, existen otras zonas con posibilidades de alcanzar productos de gran calidad, basadas en la originalidad de sus variedades autóctonas, como ocurre con las zonas de Valdevimbre, Las Arribes o Cebreros, donde cuentan con las variedades prieto picudo, Juan García y albillo real, respectivamente.
A la vista de la importancia de la vid en nuestra región y las grandes posibilidades de sus variedades autóctonas, es indispensable que estas variedades sean cultivadas en un mejor estado genético y sanitario, por lo que desde 1990 se ha venido desarrollando el Plan de selección clonal y sanitaria de la vid en Castilla y León, con el fin de obtener y poner a disposición del sector el material seleccionado con garantía sanitaria y cualitativa. Se trata de un proceso de gran envergadura y en el que era necesario llegar a su culminación con los objetivos que se habían marcado. Actualmente se está en la fase de transferencia de varios de los clones certificados obtenidos al sector para su multiplicación, y es probable que se añadan varios clones más en los próximos años para que el sector también pueda disponer de ellos.
Para alcanzar la categoría de material certificado, además del origen clonal comprobado y la identidad varietal, en el aspecto sanitario las plantas deben estar libres de tres virus: entrenudo corto, enrollado y jaspeado.
El hecho de disponer de material certificado lleva consigo hablar de clones, es decir, que de cada variedad que es objeto de selección clonal y sanitaria se obtienen un conjunto de clones, que proceden cada uno de ellos de una cepa madre, que es la cabeza de clon, origen de todas las demás plantas de cada clon, con unas exhaustivas pruebas sanitarias y de identificación varietal (Chomé, 1992).
Es importante tener en cuenta que en la mayoría de los casos en viticultura, las variedades son en realidad «variedades población», es decir, que están compuestas por una población de clones, de individuos, con características genéticas prácticamente iguales (por eso constituyen una variedad, con rasgos y características fenotípicas muy similares), pero con algunas diferencias en varios aspectos dentro de las características propias de la variedad, como pueden ser una mayor o menor acumulación de compuestos fenólicos, azúcares y otras sustancias; vigor, producción, momento de brotación, duración del ciclo, racimo más o menos suelto, etc. Ésta es la razón para poder emprender una selección clonal en viñedos originales, en cada parcela por separado, para intentar conseguir, por medio de una suficiente dispersión geográfica y de condiciones de suelo y clima en cada zona, los mejores individuos, las mejores cepas dentro de la mayor variabilidad posible (figura 1), para posteriormente llevarlos a una parcela común, con las mismas condiciones para todos ellos y así poder comparar sus características.
Planteamiento y desarrollo
Teniendo en cuenta la situación y expectativas del sector en nuestra región, el Programa de Selección Clonal y Sanitaria de la Vid de Castilla y León ha sido el medio para conseguir clones certificados de las principales variedades autóctonas. Comenzó en 1990 y está en su fase final, que es la entrega de material de clones certificados para su multiplicación, lo cual no impide que se puedan seguir evaluando diversos aspectos de los posibles clones a comercializar. Las variedades seleccionadas y sus zonas fueron las siguientes:
Se ha observado, tras años de evaluación de los clones, que las variedades albillo de la Ribera del Duero y Cigales, por un lado, y albillo de Cebreros, por otro, son dos variedades distintas y como tales serán consideradas a partir de ahora, aunque al principio del proceso y en sus propias zonas se denominaran igual (albillo). Se ha sugerido en la elaboración de la nueva Lista Nacional de Variedades Comerciales Españolas de Vid que se denominen albillo mayor y albillo real, respectivamente.
Por otra parte, la normativa legal vigente (Orden de 1 de Julio de 1986, BOE nº 108, y directivas CEE 68/193 y 74/649) establece que el material vegetal vitícola debe estar libre de las virosis de entrenudo corto infeccioso (Rubio et al., 1996), enrollado (Rubio et al., 1997) y jaspeado (Rubio et al., 1998) para que el material pueda utilizarse con categoría de «certificado». Por estos motivos resultaba fundamental llevar a cabo un programa de «selección clonal y sanitaria de la vid» (Yuste et al., 1998) que concluya con la obtención de clones de garantía sanitaria y de calidad (tanto agronómica como enológica), los cuales posteriormente se multipliquen y puedan ser utilizados por los viticultores.
El proceso, que es prolongado en el tiempo, comprende varias fases: una primera fase de «preselección clonal y sanitaria», llevada a cabo en los viñedos originales, y una segunda fase de «selección principal clonal y sanitaria» realizada en la parcela de comparación, ubicada en la Finca Zamadueñas del SITA de la Junta de Castilla y León.
De manera resumida y general, el proceso del Programa de Selección Clonal se expone a continuación.
Fase de selección policlonal: preselección. Viñedos de origen de cada variedad. Seguimiento: 3-4 años (1990 a 1993)
En el año 1990 se inició una prospección y elección de parcelas y cepas en campo en las diversas zonas castellano-leonesas, escogiendo por un lado vides con edad suficiente (cepas viejas, de más de 50 años, para asegurar que se trata de la variedad y que está adaptada), con amplia dispersión geográfica (de todas las subzonas interesantes de cada DO o zona de producción), y parcelas de buena tradición de calidad de uva y de material vegetal.
Se efectuó un seguimiento metódico de las cepas marcadas, para seleccionar aquellas que representaran más fielmente las características de cada una de las variedades y proporcionaran la mejor calidad con una adecuada productividad, con estudios en aspectos agronómicos, sanitarios y enológicos. En los seguimientos, también se controló el estado sanitario respecto a las virosis de entrenudo corto infeccioso y enrollado, obtenida mediante las pruebas serológicas de ELISA.
Fase de selección principal: parcela de comparación. Finca Zamadueñas. Pruebas previas al injerto mediante ELISA. Seguimiento: 3-4 años, según variedades (1995-1998)
Una vez finalizada la primera fase, en función de los datos obtenidos y una vez clasificados los clones preseleccionados de cada variedad, se injertaron los mejores de cada parcela original de cada variedad en una misma parcela, que en adelante se denominará parcela de comparación. En esta segunda fase, que es la de comparación de clones en la misma parcela, se ha dispuesto para cada variedad del siguiente número de clones preseleccionados: 15 de albillo mayor, 15 de albillo real, 30 de garnacha, 38 de Juan García, 30 de mencía, 37 de prieto picudo, 60 de tinta del país, 30 de tinta de Toro y 45 de verdejo.
Se ha realizado una caracterización de clones en los aspectos siguientes: agronómicos, sanitarios, enológicos y organolépticos. En total, dicha caracterización se ha llevado a cabo con 300 clones de las nueve variedades, elaborándose por lo tanto 300 vinos monoclonales. Las evaluaciones se hicieron en todos los clones siguiendo los parámetros siguientes:
1) Evaluación agronómica
– Seguimiento fenológico. Se realizó con periodicidad semanal, desde el estado de yema de invierno hasta caída de la hoja, con especial atención al momento de desborre, de floración y de envero.
– Seguimiento de índices de madurez. Se realizó el muestreo de 100 bayas para cada clon, con periodicidad semanal a partir del envero y cada tres días a medida que se acercaba el momento de maduración, para determinar los siguientes parámetros: peso de la baya, por una parte, y Grado Brix (o grado alcohólico probable), pH, acidez total, ácido tartárico y ácido málico del mosto extraído, por otra. Además de los parámetros anteriores, se prestó especial atención al tipo de racimo.
– Controles de rendimiento, fertilidad y otros. Se realizaron a partir de la brotación y fundamentalmente en el momento de la vendimia, una vez que los índices determinaron el momento óptimo de maduración. Se llevó a cabo la vendimia en cada cepa individualmente, obteniendo los siguientes datos:
. Número total de racimos; fertilidad; producción de uva.
. Peso del racimo; forma del racimo.
. Color y aspecto (apiñado, medio o suelto) del racimo.
. Estado sanitario del racimo.
– Control del desarrollo vegetativo. Se llevó a cabo a través del peso de la madera de poda, en la época de reposo vegetativo, determinando el número de sarmientos y su peso total, así como el vigor del sarmiento.
2) Evaluación sanitaria
– Seguimiento de sensibilidad a enfermedades y plagas. Se observaron las posibles incidencias que pudieron causar diversos factores, enfermedades (oidio, mildiu, botritis, etc.), plagas, sequía, etc., sobre los diferentes clones de cada variedad.
– Pruebas oficiales. Además del test serológico por el método ELISA, efectuado en el propio SITA todos los años para controlar el estado de los clones (Rubio et al., 1996), se llevaron a cabo en Murcia, por la OEVV (Oficina Española de Variedades Vegetales), los tests biológicos oficiales, para controlar el estado sanitario que la legislación exige en materia de virus.
3) Evaluación enológica y organoléptica
– Evaluación enológica. La uva de las distintas cepas de cada clon se unió, después de obtener los datos agronómicos correspondientes, y se elaboraron las microvinificaciones de los clones correspondientes individualmente. Sobre los mostos y vinos resultantes de cada clon se realizaron las determinaciones analíticas que a continuación se indican:
. Mosto: azúcares, grado Brix (grado alcohólico probable), densidad, pH, acidez total, ácido tartárico, ácido málico, potasio e intensidad colorante.
. Vino: grado alcohólico, densidad, pH, acidez total, ácido tartárico, ácido málico, ácido láctico, potasio, intensidad colorante, polifenoles, azúcares, extracto seco, cenizas, glicéridos, sulforoso total, sulfuroso libre, acidez volátil.
– Valoración organoléptica. Se realizó un amplio análisis organoléptico por medio de la cata de los vinos de las microvinificaciones monoclonales. En esta valoración organoléptica ha colaborado un amplio panel de catadores formado por los investigadores y técnicos integrantes del equipo relacionado con la selección, así como por técnicos de la Consejería de Agricultura. Por otra parte, de los clones de cada variedad se realizaron catas en su zona de origen, con enólogos de las bodegas, técnicos de los Consejos Reguladores o Asociaciones de Vino de la Tierra y viticultores, con el fin de evaluar si los vinos de los clones estaban en la línea del tipo de vino que se quiere hacer en las distintas zonas, con personalidad, tipicidad, y por supuesto con la calidad adecuada.
También se ha efectuado una completa descripción ampelográfica para comprobar que los clones pertenecen a la variedad que se indica (Peláez et al., 1999), aunque la descripción oficial es la que se efectúa por parte de los organismos de control, en este caso la OEVV.
Una vez efectuados todos los seguimientos, y cuando se ha dispuesto de los datos de cada clon durante la fase de comparación, se ha procedido a su análisis estadístico para agrupar los clones en función de su equilibrio general y su calidad (Judez et al., 1995; Pérez-Hugalde et al., 1997), ponderando para el valor final los distintos aspectos.
Finalmente, se ha establecido una calificación de los clones, estando integrados en el primer grupo de cada variedad los mejores, y sucesivamente los de cualidades menos destacadas en otros grupos.
Como resultado de la completa caracterización, cada clon tiene una amplia base de datos que posteriormente se ha resumido en una ficha de características de cada clon certificado para su difusión al sector.
Estado actual
El Plan de Selección Clonal y Sanitaria se encuentra actualmente en la fase final de varios de sus objetivos concretos, como es la elección de clones certificados de las variedades elegidas y su transferencia al sector. Por tanto, la evaluación agronómica, enológica y organoléptica dentro del proceso marcado ha finalizado para los 300 clones. En esta evaluación se ha buscado principalmente la calidad y el equilibrio de los componentes del vino de cada clon. Aunque el objetivo principal era evaluar las características citadas con el fin de obtener clones certificados de calidad, para su distribución al sector y a los viticultores, en un futuro se podrán continuar los estudios y evaluaciones de alguna característica específica que en un momento concreto interese al sector. No hay que olvidar que en algunos países la selección clonal puede continuar aun después de 50 años, pues la propia esencia de la selección clonal hace que sea un proceso continuo que no tiene límite temporal definido.
La evaluación sanitaria, que depende de la Oficina Española de Variedades Vegetales (OEVV), es un proceso basado en el índice biológico que exige al menos tres años para el estudio de varios virus, y se realiza para el material que se les envía desde toda España. Se ha enviado desde Castilla y León material durante varios años consecutivos y se ha obtenido la calificación sanitaria como clones certificados libres de virus de la mayoría de los clones evaluados, a falta de recibir los resultados de algunos clones que aún no han concluido las pruebas del índice biológico efectuado por los organismos de control pertinentes, que se espera para finales del año 2002. Además, en el propio SITA se han realizado pruebas serológicas todos los años para controlar el estado de los clones (Rubio et al., 1996). Actualmente se dispone de resultados según los cuales se cuenta con 114 clones certificables.
Como resultado concreto del proceso, que es la disposición por parte del sector de clones certificados de las variedades autóctonas, se está cumpliendo de manera satisfactoria, pues en 1999, 2000 y 2001 se ha puesto a disposición del sector material de clones certificados de las distintas variedades seleccionadas.
La entrega de los clones comenzó en 1999 con seis de ellos. Se ha continuado con la transferencia al sector en el año 2000, añadiendo cuatro clones a los primeros, y lo mismo ha ocurrido en 2001, en que se han incorporado 10 clones más a los distribuidos en años anteriores. En el presente año 2001 se han entregado 18 clones a viveros seleccionadores de todo el país y a multiplicadores de Castilla y León.
Los clones que se han certificado hasta el momento son los que se relacionan en la tabla adjunta.
Por tanto, se ha entregado al sector material certificado de 18 clones de las variedades autóctonas de Castilla y León. No obstante, es previsible que a los clones citados anteriormente se añadan varios más durante los próximos años.
Los clones, al distribuirlos a los viveros, se entregan con una ficha de sus principales características para que el viticultor pueda conocerlas al adquirir el material.
A partir de ahora, una vez que paulatinamente va a estar disponible material certificado de varios clones, su uso será mayoritario en las diversas zonas vitícolas de Castilla y León, aunque es probable que clones de algunas variedades también se utilicen en otras zonas, ya que es preciso destacar que existe gran expectación por el material certificado de algunas variedades de la selección clonal y sanitaria de Castilla y León. Este interés se debe a varias causas. A la notoriedad alcanzada por la calidad de los vinos de algunas de sus denominaciones de origen, que se obtienen de variedades de esas zonas, se añade el hecho de haber sido una de las primeras selecciones en que se evaluó de manera completa (analítica y organolépticamente) el vino procedente de cada clon.
Por tanto, y tras describir el proceso es preciso destacar que a lo largo del mismo se han encontrado diferencias entre los clones de cada variedad. Las leves diferencias genéticas entre dichos clones deben ser las responsables de las diferencias que se han encontrado entre ellos, y que han permitido elegir los más interesantes por el momento, ya que han sido varios años de estudio en las mismas condiciones de clima, suelo y técnicas de cultivo para todos ellos.
Bibliografía
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