El camino de Europa hacia los objetivos de la declaración de Lisboa, que pretenden mantener y mejorar la competitividad económica continental, son responsabilidad y preocupación de todos los sectores económicos de los países implicados. Incluido el vitivinícola, aunque sus representantes se refieran muy raramente a la economía del conocimiento como objetivo prioritario.
Cuando se divisa el final de trayecto (el año 2010) de la Agenda, una prestigiosa entidad independiente, The Lisbon Council (www.lisboncouncil.net), creada a tal efecto, ha emitido un informe sobre la situación, con el sustancioso título de «Indicadores para el éxito en la economía del conocimiento», en el que se analizan distintos parámetros económicos de los 14 países europeos implicados.
Entre los indicadores que permiten valorar el nivel de progreso económico y social de los socios de la Unión Europea se encuentra la proporción de trabajadores con estudios superiores. La media europea es del 30 %, el país con mayor proporción de titulados es Finlandia con el 40 % y España se sitúa cerca del 35 %, a la par con los Países Bajos y el Reino Unido. Es una noticia que mueve a la esperanza y refleja el esfuerzo de profesionalización que se está realizando en el tejido productivo del país. Sin embargo, en el sector vitivinícola no existe reglamentación alguna que contemple la incorporación de licenciados en enología para la realización de esa labor específica. Es por ello que la presencia de profesionales con perfil universitario al frente de la elaboración es una opción y una apuesta, acorde con las perspectivas que cada empresa tenga de su futuro inmediato. Es más que probable que con tan bajo nivel de exigencia, difícilmente el sector vitivinícola podrá aspirar a realizar una contribución neta a la competitividad global, con lo que el valor añadido de su producto, el vino, disminuirá frente a otros productos de similar valoración por parte del consumidor.
Aunque ninguno de los documentos y propuestas que se incluyen en el presente número dedicado a las políticas vitivinícolas realicen mención alguna a la necesidad de incrementar el nivel de formación exigible al enólogo que ejerza como tal, debería plantearse un gran pacto entre los diferentes actores del sector a fin de que el 2010 fuese la fecha del acceso del vino a la cultura del conocimiento.
Sería una de las mejores contribuciones institucionales a la promoción del vino y una excelente campaña promocional.