La mayoría de las nuevas plantaciones de viñedo en el mundo se realizan con un material vegetal muy limitado, compuesto en la mayoría de las ocasiones por un reducido grupo de variedades con un número muy limitado de clones. El incremento de la pérdida de viñedos viejos en las zonas vitícolas más tradicionales del mundo, que están siendo reemplazados por las nuevas plantaciones, supone un elevado riesgo de desaparición para todas aquellas variedades minoritarias que todavía sobreviven en dichos viñedos. Estas variedades tradicionales y propias de cada zona son una fuente de biodiversidad muy importante. En ellas se encuentran unos recursos genéticos de gran valor que podrían conducir al desarrollo de nuevos estilos de vino, conseguir una mejor adaptación a los recientes cambios climáticos, resistencias a plagas y enfermedades, etc. Para asegurar la preservación de este material vegetal y recuperar aquellas variedades minoritarias que han caído en el olvido, se han desarrollado diferentes proyectos de recuperación de variedades, por toda la geografía española, durante los últimos años.
El objetivo con mayor y más rápida transferencia al sector, es decir, el más aplicado, de estos proyectos consiste en establecer un abanico de perfiles enológicos lo suficientemente amplio, que permita desarrollar cualquier perfil de vino según se requiera en los mercados, adaptándose a las necesidades del consumidor en cada momento. El perfil enológico se generaría mediante el uso de los propios recursos de la región, a través de la riqueza varietal y de la biodiversidad existente en ella.
En este monográfico queremos presentar un resumen de los últimos resultados de estos proyectos desarrollados en la viticultura española. En el primer artículo se presentan las principales variedades recuperadas, por nuestro grupo de investigación de la Universidad de La Rioja (F. Martínez de Toda, J. C. Sancha y P. Balda), en la DOC Rioja, que fue la primera región en la que se abordó este problema. A continuación, F. Cabello, R. Saiz y G. Muñoz, del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural Agrario y Alimentario (IMIDRA) exponen otras variedades rescatadas a escala nacional. El monográfico se completa con la actualización de abril de 2013, con una serie de entrevistas a sus elaboradores/autores en las que se exponen experiencias de elaboración de nuevos vinos procedentes de variedades rescatadas en todo el territorio nacional.
Como en estos artículos nos centramos, exclusivamente, en la presentación de las diferentes variedades y sus vinos obtenidos, vamos a describir a continuación –y como ejemplo de la metodología seguida en este tipo de proyectos– el caso de la recuperación de variedades minoritarias en la DOC Rioja y, más concretamente, el de la nueva variedad maturana tina de Rioja.
Metodología general de los rescates
En la fase inicial de estos proyectos se prospectan viñedos antiguos y el material que resulta desconocido se preserva en bancos de germoplasma. Todo el material recuperado se caracteriza a nivel ampelográfico y, también, a nivel molecular mediante el análisis de un mínimo de seis marcadores microsatélites. Posteriormente se procede a la evaluación agronómica de todas las variedades, así como a su vinificación y análisis, tanto de la uva como del vino. A continuación, se determina el perfil enológico de cada variedad, incluyendo el análisis aromático, polifenólico y amínico de aquellas variedades elaboradas que se han considerado más interesantes tras su evaluación agronómica. Por último, la evaluación sensorial se desarrolla a través de un panel de expertos con el fin de confirmar el potencial enológico de cada variedad.
Todas las variedades recuperadas en la DOC Rioja, excepto dos que todavía son desconocidas, han sido identificadas; algunas de ellas eran desconocidas hasta ahora y estaban en un claro peligro de extinción. Tanto las variedades tintas como las blancas han mostrado un amplio espectro de perfiles enológicos que pueden ser utilizados para la elaboración de nuevos vinos. Ello permitiría a la DOC Rioja incrementar su diferenciación mediante sus propios recursos. El consumidor actual de vino trata de evitar el mercado globalizado y va en búsqueda de nuevos estilos de vino, generados siempre desde la propia tipicidad de cada región vitícola y no a través de material vegetal importado y de dudosa adaptación.
Historia de un rescate: el ejemplo de la variedad maturana tinta de Navarrete
El proceso de recuperación de la variedad maturana tinta de Navarrete comienza en el año 1988 cuando Juan Carlos Sancha y yo iniciamos un proyecto de prospección por todo el viñedo riojano para la recuperación de variedades de vid minoritarias y en peligro de extinción.
En 1991 localizamos, en un viejo viñedo de Navarrete, 35 cepas de una variedad desconocida que podría corresponderse con la variedad maturana tinta, ya que así la llamaban localmente, y que denominamos, en principio, maturana tinta de Navarrete. Una vez estudiado el material demostramos que no se correspondía con la variedad maturana tinta, existente en otras zonas vitícolas, sino que era un material distinto y desconocido y decidimos mantener la denominación inicial con la que se recogió, es decir, la de maturana tinta de Navarrete.
En 1993 se establece el primer banco de germoplasma, ubicado en Bodegas Viña Ijalba, con todas las variedades recuperadas, entre ellas, la variedad maturana tinta de Navarrete. Los primeros estudios vitícolas y enológicos del material vegetal recuperado demuestran que esta variedad es la que mayor potencial de calidad presenta, entre las variedades tintas.
En el año 1997 se realiza la primera plantación experimental de dicha variedad en Bodegas Viña Ijalba. En 1999, la Denominación de Origen Calificada Rioja se compromete decididamente con la recuperación de variedades minoritarias, financiando un amplio proyecto de investigación, que coordino desde la Universidad de La Rioja, y en el que participa también el CIDA del Gobierno de La Rioja.
El año 2001 se plantan otros dos viñedos experimentales, uno en Badarán (de mi propiedad) y otro en Baños de Río Tobía (propiedad de Juan Carlos Sancha).
En 2007, la Denominación de Origen Calificada Rioja incluye la variedad maturana tinta de Navarrete entre sus variedades autorizadas. Es la primera vez en la historia en la que una DO autoriza una variedad recuperada en un proyecto de investigación. Esta autorización constituye el mejor ejemplo, y en un tiempo récord, de transferencia de tecnología desde la investigación hasta el sector vitivinícola.
En 2011 se identifica esta variedad, maturana tinta de Navarrete, con una variedad francesa, prácticamente desaparecida, denominada castets.
En el año 2013 son ya seis las bodegas de la DOC Rioja que elaboran y comercializan vinos monovarietales de la variedad maturana tinta de Navarrete: Viña Ijalba, Juan Carlos Sancha, Pedro Martínez Alesanco, Martínez Bujanda, Vivanco y Barón de Ley; otras bodegas empiezan a utilizarla, también, como variedad complementaria en la elaboración de vinos plurivarietales.